domingo, 28 de febrero de 2010

CAPÍTULO 28: SOLO LA AUSENCIA ENTRE TÚ Y YO.

“CASA LUNA” YURECUARO MICH.
En la hermosa CASALUNA que se encuentra situada a la orilla del Río Lerma, en la terraza con una hermosa vista de noche, que despeja la mente, se encuentran Loreta y don Álvaro conversando tranquilamente, como lo necesitan hacer todos los esposos que saben enfrentar las dificultades que se presenten, sean grandes o pequeñas, cortas o muy largas, ellos, ellos ponen de su parte sabiendo que su labor no es en vano. Ellos saben que solo se resolverán con la ayuda valiosa del respeto y la comunicación. La noche ha caído ya, así que se encienden unas velas, pero de repente ven una balsa en la oscuridad del Río, son varios hombres los que se encuentran en ella, Loreta se asusta, don Álvaro la tranquiliza:
Don Álvaro.- ¡No te asustes Loreta! Esos hombres sospechosos no traen armas, sino guitarras y canciones, así que tranquilízate y comienza a escucharlas que son dedicadas para ti.
Loreta.- Álvaro, me asustas, sabes que mis sentimientos están a flor de piel en todo momento, igual y siento ganas de llorar.
Don Álvaro.- ¡Llora si así lo deseas! Nunca te prives de mostrar tus sentimientos, mira es un trío “Los Ángeles reales” y espero que te guste mucho esta serenata.
Se comienza a escuchar la canción “Cien años” “Pasaste a mi lado, con gran indiferencia, tus ojos ni siquiera voltearon hacia mí… ““Y sin embargo sigues, unida a mi existencia y si vivo cien años, cien años pienso en ti…
Loreta.- ¡Nunca dejas de sorprenderme Álvaro!
Don Álvaro.- Es la vida la que siempre nos sorprende, día con día.
Loreta.- A veces me siento culpable, ¡Ahora me siento muy feliz y en cambio otras personas están pasando por situaciones muy trágicas!
Don Álvaro.- Cuando otras personas ríen, tu en cambio estás llorando ¿También te sientes culpable ahí Loreta?
Loreta.- Es que la situación de la violencia se está saliendo fuera de control, y es en todas partes ¡Me atemoriza mucho! ¡Todos tenemos derecho a vivir sin miedo!
Don Álvaro.- ¿Aún así quieres vivir en Yurécuaro?
Loreta.- Sí. El cáncer de la violencia y la maldad está en todas partes, pero también en todas partes hay refugios y muchas veces no los vemos o ¡no queremos verlos!
Don Álvaro.- ¿Refugios? ¿De qué hablas?
Loreta.- De lugares a los que podemos acudir para aprender a protegernos, en nuestras manos está gran parte de la ayuda que necesitamos para vivir con una conciencia tranquila y alertas, protegidos.
Don Álvaro.- ¡No te entiendo!
Loreta.- ¡Mira!, en tiempos antiguos, la Tierra se llenó de violencia, incluso los niños eran malos, groseros, sin inocencia, violentos, tal y como lo son muchos en el día de hoy, algo tan similar, así que no había esperanza, solo Noé y su familia eran diferentes, ellos odiaban la violencia y merecían ser protegidos cuando Dios pudiera orden y construyeron un Arca, pero para ello necesitaban seguir las instrucciones o mandatos que Dios les daba, eso les ayudaría a protegerse de la violencia y de algo mucho más importante, de morir ahogados en el Diluvio que se aproximaba. Ellos fueron obedientes, entraron al Arca y la historia final ya todos la conocemos, ellos salvaron su vida y ¿Qué sucedió con todas aquellas personas malvadas de sus días?
Don Álvaro.- ¡Murieron en el Diluvio! No quedó nadie, excepto Noé y su familia. Pero ahora en nuestros días ¿Dónde están los refugios o el Arca simbólica?
Loreta.- El Arca simbólica representan los lugares donde se aprende de Dios y de lo que Él exige de nosotros, así que necesitamos investigar y encontrar ese lugar, en Yurécuaro existe y es un lugar muy especial,¡ me gustaría tanto poder ir contigo y nuestras familias!
Don Álvaro.- Todo sacrificio y esfuerzo que hagamos por nuestras familias siempre valdrá la pena, es lo más importante y el tesoro más valioso. Loreta, platicar contigo es un placer y creo que nunca me canso de hacerlo, ni lo voy a hacer, ¡Sigamos escuchando la música! ¡Síganle muchachos!
¡Es una noche tan especial! Se deben valorar esos momentos de felicidad, pues aunque a menudo son cortos, existen, todos los hemos experimentado muchas veces y es lo que da sentido a nuestras vidas.
En Casa de Loreta, se encuentran Esther y Jovita en el cuarto de costura, es una salita donde ellas pueden tejer, bordar o remendar las prendas de vestir, y entre telas, madejas de hilos de acrilán, hilo cristal y de punto de cruz, entre botones, tijeras y agujas, ellas pueden diseñar hasta su propia ropa, ahí conversan:
Jovita.- ¡La verdad ese mantel de punto de cruz que estás haciendo te va a quedar hermoso Esther!
Esther.- Lo que necesito es paciencia, me falta casi la mitad. Oye Jovita, ahora que estuvimos en la Cd. De México, en la Casa en la que vivimos tantos años ¡me sentí tan rara! Creo que Yurécuaro ya forma parte de mi vida, ¡Es muy importante para mí vivir aquí!
Jovita.- Es porque aquí conociste a la persona de la cuál te enamoraste: Jorge Armando, eso marcó tu vida para siempre.
Esther.- ¡Tienes razón! ¡Lo extrañé tanto ahora que estuvimos en Canadá! ¡Él es una persona muy respetuosa y especial!, a propósito Jovita, me duele mucho el hecho de ver a mamá tan triste, no disfrutó nada su viaje a Canadá, se la pasó encerrada y a veces se le notaba en sus ojos que lloraba a solas.
Jovita.- Siento que las diferencias que tuvo con don Álvaro le afectaron mucho, para ella es muy difícil enfrentar sus miedos y sus temores, se necesita mucha paciencia y comprensión de parte de todos nosotros.
Esther.- Sabes, mamá iba a Canadá por dos cosas: primero porque anhelaba con todo su corazón ver a Benjamín, y estar con él, y segundo porque deseaba ir a ver las mariposas monarcas que están allá en Canadá, ella está fascinada con las mariposas, dice que ha aprendido mucho de ellas.
Jovita.- Loreta es muy fuerte, seguro que va a encontrar la solución a los retos que enfrenta si la apoyamos y cumplirá sus sueños, ¡Ya lo verás!
Esther.- Jovita ¿Y cuál es el sueño tuyo? ¿Cuál es tu anhelo?
Jovita.- Seguir contando siempre con una familia, siempre estar con ustedes y apoyarlos, solo les pido un poco de amor para esta pobre vieja enferma, y yo seré feliz.
Esther.- ¡Nuestro amor lo tienes y siempre lo vas a tener! ¡Tú eres una luz brillante y un consuelo para todos nosotros nana Jovita! ¡Te queremos mucho!
Esther y Jovita se abrazan con tanto cariño, ese es el amor que escasea tanto en el mundo y sin embargo ahí está, esperando ser cultivado por todos nosotros.
PASAN ALGUNAS SEMANAS:
Es sábado, llueve en Yurécuaro nuevamente. Es una lluvia que empapa las calles, pero también moja el corazón, refresca los sentidos, adormece y tranquiliza. Las personas pasan con sus paraguas e impermeables como queriendo huir de la lluvia y de tantas cosas en la vida.
Y ahí estoy yo: Francisco Murillo Méndez, escritor, me dirijo al kiosco de la plaza de Yurécuaro donde tengo una cita muy especial, una cita que se ha venido repitiendo, sábado a sábado, semana tras semana desde hace seis meses. Mi cita es con una mujer tan especial, se llama Loreta Díaz y ahí está ella, con su sombrilla y un poco de frío, se cobija con un chal muy calientito, sonríe, nos sentamos en el primer escalón de arriba, en el kiosco:
Loreta.- ¿Llegué puntual a nuestra cita?
Francisco.- Sí Tía Loreta, yo también acabo de llegar apenas. ¿Cómo está el Tío Álvaro?
Loreta.- ¡Muy bien! Ahora está en una reunión agraria de campesinos de Yurécuaro. Francisco ¡Muchas gracias por escucharme cada semana que vengo a platicarte lo que me sucede en mi vida! Me ha ayudado mucho poco a poco ir sacando mis emociones, mis sentimientos, mis temores, tantos miedos encerrados en mí. Solo te pido un gran favor, de verdad, esto que te cuento necesito que quede solo entre nosotros. ¡Nadie, absolutamente nadie debe enterarse de ello!
Francisco.- ¿Nadie, nadie? Creo que… ya fallé Tía.
Loreta.- ¿Hay alguien más que sabe acerca de mi vida?
Francisco.- Sí Tía, la verdad sí.
Loreta comienza a reírse, sabe que fue ella misma quién me pidió que escribiera sus relatos y su historia y que la publicara en el periódico más importante de la Región:
Loreta.- ¡Muchas gracias por publicar en el periódico mi vida! Yo te lo pedí de favor y has cumplido. ¡Ojalá sirva para que muchas personas sepan que aunque suframos traumáticas experiencias, siempre hay una luz en el Horizonte!
Francisco.- Yo lo he hecho con mucho gusto Tía, lo sabes, oye, se ve que tu rostro refleja tanta alegría, algo que hace meses estaba tan lejano de ti.
Loreta.- Mi vida era tan callada, se me hacía tan difícil sonreír. Siempre la sombra de la muerte me ha perseguido, y en realidad es una sombra, que al pasar las horas se va desvaneciendo, hasta que se va. Sabes, ya no le tengo miedo a la muerte, sé que sus días están contados.
Francisco.- Sé que te irás a vivir fuera de Yurécuaro por un tiempo ¿Es verdad?
Loreta.- SÍ. Me voy pero siempre regresaré, porque aquí están mis raíces, mi origen, sabes ¡Voy a extrañar tanto mis conversaciones en silencio contigo y mis pláticas en voz también, sabes que eres mi sobrino preferido y ¡ Te quiero mucho!
Francisco.- ¡Yo también te quiero mucho Tía!
Loreta.-Francisco, siempre utiliza tu pluma para escribir cosas edificantes por favor, siempre anima, levanta, crea conciencia, y ten el valor para hablar siempre de la verdad que muchos quieren esconder, pero sobre todo comparte lo que has aprendido para ayudar y servir a los demás. ¡Me voy! Tengo una cita con mi conciencia.
Loreta se va, tranquila, serena, tan fuerte y débil a la vez, se dirige al lugar menos pensado, el cementerio, va a la tumba de su padre:
Loreta.-¡Otra vez me encuentro aquí! Visitando esta tumba muerta, sin voz.¡ Como desearía poder revivirte papá! Pero yo no puedo, ni platicar contigo porque no me escuchas, ni puedes escucharme, solo vengo porque quiero meditar en el valor de la vida, tengo oxígeno en mis pulmones, vivo, respiro, siento. ¡Tengo que disfrutar de todo lo que haga!
De repente llegan tres jóvenes, son unas muchachas llamadas: Dámaris García Hernández, Ma. Elena Ortega Larios y Gabriela Lomelí Lomelí, ellas también necesitan alguien con quien platicar:
Dámaris.- ¿Cómo está Señora?
Loreta.- Aquí, caminando entre tumbas y respirando recuerdos, ¡estoy bien! ¿ Y ustedes?
Ma. Elena.-¡ También bien! Solo que mi compañera Gaby, dice que usted se parece mucho a una persona a quien ella quiere mucho y no ha visto en mucho tiempo.
Gaby.- Esa persona con quien la confundo a usted, vivía en la Cd. De México, mi Tía Jovita vivía en su casa y era el ama de llaves, se llamaba Loreta Díaz, yo anhelo encontrar de nuevo a mi Tía Jovita para que sepa que hay familiares suyos que la estamos esperando.
Loreta.- Pues no me confundes, yo soy Loreta Díaz y te voy a llevar con Jovita para que la abraces y le digas cuanto la quieres.
En eso llega don Álvaro:
Don Álvaro.- Loreta, cierra los ojos , alguien quiere verte y aquí están ellos.
Loreta.- ¿Quiénes son ellos?
Don Álvaro.- ¡Tu hermano Ignacio y tu hermana Antonieta están aquí!
Loreta.- ¿ Mis hermanos?...¿ A quienes tengo más de veinte años sin verlos?.
CONTINUARÁ… novela escrita por FRANCISCO MURILLO MÉNDEZ.

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