domingo, 21 de febrero de 2010

CAPITULO 27 ¡ COMO DUELE DEJARTE IR !

Lluvias incesantes, copiosas durante varios días bañan a Yurécuaro, así como a gran parte del estado y del país, pero como si de un lugar protegido se tratara, uno se siente seguro en este pueblo, pues pareciera que las catástrofes naturales, los terremotos y hasta las epidemias las viéramos de lejecitos, claro que es mentira, pues nadie, ningún pueblo es inmune a los sucesos inesperados que azotan tantos lugares de la Tierra, y causan dolor y sufrimiento. Pero esa sensación de que aquí no pasa nada, es muy atractiva. Quizás eso lo sabe muy bien Loreta quien se enfrenta a la pregunta de si debe dejar Yurécuaro. ¡Qué difícil dilema para Loreta, quien tuvo que dejar su amado pueblo por mas de veinte años y cuando por fin logra regresar, con la intención de quedarse para siempre, se enfrenta a la dura decisión de volverlo a dejar. Para ella no es nada, nada fácil:
Loreta.- ¡Álvaro me pones entre la espada y la pared! Me pides algo tan fuerte, sé que parezco que exagero, pero compréndeme, me dolió dejar Yurécuaro hace más de veinte años.
Don Álvaro.- Es que no te puedes aferrar a un solo lugar, debes aprender a vivir en Yurécuaro, en Morelia, en Guadalajara o en Chiapas o en cualquier otro lugar con la misma pasión y alegría de siempre,¡ lo importante es que estamos vivos, mi amor y juntos!
Loreta.-Para mí Yurécuaro es mi mundo, mi pasado, mis recuerdos, no importa que no sea el mismo pueblo de antes, así cambiado, secuestrado a veces por la indiferencia, el temor, aún así quiero mucho a mi lugar de origen, sé que su gente es lo que hace hermoso a Yurécuaro. Aunque digan que su gente es creída, orgullosa, que se creen ricos, altivos, yo sé que la mayoría no es así, porque he visto que en muchas de sus calles hay unión entre los vecinos, la hay, su gente es especial.
Don Álvaro.- Las personas son muy amables, eso nunca te voy a negar, te voy a poner de ejemplo a quienes viven en Monte León, son muy hospitalarios, te atienden muy bien, te escuchan, te respetan, y ni que decir de los de “ la Chaqueta” y “ el Refugio”.
Loreta.- En “Mirandillas” y “El Camiche” su gente es muy noble, son sinceros, aunque son discretos también ya que cuando algo no les gusta lo expresan abiertamente, ¿recuerdas cómo nos trataron en “La Joya” cuando fuimos a buscar a mis familiares? De maravilla, y lo mismo sucedió en “San Antonio” y “El Cerro Colorado”.
Don Álvaro.- Y aunque en “el Tequesquite” fue donde secuestraron a Esther, las personas de allí siempre nos brindaron su apoyo y ayuda incondicional al igual que en “Munguía”.
Loreta.-Las personas de Yurécuaro tienen mucho que dar todavía, mucho que demostrar, son más las personas buenas que las malas, tarde o temprano se hará justicia con todos aquellos que se encargan de ensuciar la imagen de un pueblo noble, simplemente van a cosechar lo que han venido sembrando desde hace tiempo, solo eso, y no habrá vuelta de hoja para ellos. Definitivamente Álvaro, no deseo por ningún motivo dejar Yurécuaro, es mi última palabra, sé que es como si me rebelara contra ti, pero es un trauma que tengo, ¡necesito tanto de tu comprensión!
Loreta menciona estas fuertes palabras, se dice que la mujer tiene que seguir a su esposo a dondequiera que este vaya, pero ella desea con todo su corazón apoyar y seguir a su esposo, pero a la vez desea tanto sentirse comprendida por él.
Pasan dos semanas:
CD. DE MÉXICO:
La familia Díaz llega a la Cd. De México, y se encuentran en la Casa que era de Loreta y que tuvo que vender, y en la que vivió dos décadas. La Casa está totalmente amueblada, ¡se ve realmente hermosa! Los recuerdos van y vienen en la mente de Loreta y Jovita:
Jovita.- ¡Pensé que nunca regresaría a esta casa Loreta!
Loreta.- ¡Yo también!, mi casa, mi refugio, donde escapé de tanta soledad y desesperanza, donde conocí el amor y la muerte de mi ser amado.
Jovita.- ¡Mira las cortinas! Son blancas, relucientes y no oscuras como las que dejamos puestas en aquella ocasión, de incertidumbre y dolor. ¡Y pensar que desde hoy volverá a ser tu hogar!
Loreta.- Te equivocas, mi lugar no está aquí, ¡me ahoga la ciudad, me asfixia la soledad! Yo regreso a Yurécuaro, de eso no hay duda.
En eso, va entrando don Álvaro, quien alcanza a escuchar lo que dice Loreta:
Don Álvaro.- Pues yo sí me voy a quedar. Mi lugar es donde tenga oportunidades de trabajo, de progreso, y si es aquí, está maravillosamente bien. Eres mi esposa Loreta, pero también eres libre de hacer lo que quieras, yo no necesito una esclava, ni nadie que esté conmigo a la fuerza.
Loreta.- ¡Tu no puedes comprenderme, creo que nunca lo harás! Además siento que este no es el mejor momento para hablar.
Don Álvaro.- Desde hace diez días, no ha llegado ese momento, siempre estás triste, callada, no quiero verte así. Creo que me casé con la Loreta que yo no conocía, es mas creo que nunca la conocí.
Loreta.- ¡Perdóname Álvaro, necesito tiempo, dame tiempo para pensar en mis sentimientos, yo no quiero ser así contigo, mereces todo mi apoyo y mi respeto, pero para mí es tan difícil dejar ir mi vida en el pueblo que apenas recuperé y no quiero volver a perder otra vez.
Don Álvaro se queda solo en la Casa, todos los demás se marchan hacia Yurécuaro. A veces la vida es como la rueda de la fortuna, da tantas vueltas, y no sabes cuando van a cambiar las cosas, para bien o para mal. Lo importante es saber enfrentar lo que venga sea tan positivo o tan negativo, pero la pregunta es ¿dónde podemos aprender a enfrentar nuestros miedos más profundos o las experiencias inesperadas? ¿Dónde?
YURÉCUARO MICH.
Ha sido un viaje muy pesado para Loreta, pues desde que don Álvaro le planteó la idea de dejar Yurécuaro, su mente no volvió a estar tranquila, la angustia le robó el placer de disfrutar Canadá como ella quería, incluso no disfrutó a su hijo Benjamín tampoco, pero ahora se ha alejado de Álvaro y se siente culpable, muy deprimida. Van entrando a Yurécuaro por fin, cuando pasan por el panteón ven a muchas personas acompañando a una familia que ha perdido a su ser querido tan amado, ¡era tan joven y tenía tanto por vivir aún! Y todo fue tan de repente, tan rápido, que no se sabe aún si es un sueño, una pesadilla o una triste, muy triste realidad. Loreta y Esther platican con un familiar cercano de la familia que ha sufrido la gran pérdida:
Loreta.- ¡No puedo creer que haya pasado esto!
Familiar.- Sí, es real, vamos a tardar en aceptarlo, eso es seguro.
Esther.- ¡Lo lamentamos mucho por las personas tan finas que son sus padres!, ¡ojalá pronto encuentren la resignación que tanto necesitan! ¡Yo conozco a sus hermanos y son muy amables también!
Familiar.- Ellos son muy fuertes, pero van a necesitar mucho aguante y consuelo en los momentos que se sientan frágiles o desanimados, la ausencia, la ausencia duele y mucho.
Loreta.- Aquí algo muy importante es que la ausencia de no verla, será corta, porque la volverán a ver, cuando Jesucristo desde el cielo resucite a nuestros seres queridos en los panteones y cementerios, ellos escucharán su voz y saldrán, (Juan 5: 28, 29) con un cuerpo sano, radiantes de alegría, habrá quienes les estarán dando la bienvenida nuevamente a la vida.
Familiar.- ¿Y los vamos a reconocer? ¿Y ellos a nosotros también?Loreta.- ¡Por supuesto que sí! Dios, que su nombre es Jehová, Él fue el originador del primer hombre y la primera mujer, creó cada una de sus células de sus cuerpos, donde está registrada toda la información y las características de cada persona, pues todos somos diferentes, Él puede recordar a la perfección y con todo detalle como era la persona cuando murió, resucitará con su misma cara, su misma voz, sus mismos pensamientos, sus mismos sentimientos, ellos por fin habrán despertado del sueño profundo que es la muerte.
Familiar- ¿Entonces ahorita no está en el cielo, o en el purgatorio o en el infierno?
Loreta.- No, no está en ninguno de esos lugares, ni está sufriendo en un lugar de tormento, ni gozando en el cielo acompañada de ángeles, ni en un lugar oscuro necesitado de guía y de luz, ella está dormida profundamente, inconsciente, así lo dice el libro bíblico de Eclesiastés capítulo 9 versículo 5. Y de alguna manera, descansa del batallar diario de los que viven en el mundo.
Familiar.- Cuando sea la resurrección, ¿Solo los veremos por poquito tiempo?
Loreta.- No, la resurrección les dará la oportunidad de vivir en la Tierra para siempre junto a sus seres queridos que estén vivos, en unidad, de hecho habrá personas que viven ahorita que nunca van a conocer la muerte o lo que se siente morir porque pasarán con vida al nuevo orden, otras quizás muramos en estos tiempos pero con la esperanza de resucitar. Sin duda son tiempos muy bonitos los que vienen, ¡Hay luz radiante en el horizonte, lo podemos ver!
Al pasar de los días, Loreta extraña a Álvaro, no le ha telefoneado, igual y quiere darle tiempo para relajarse y comprender muchas cosas, en verdad que la ausencia duele y es muy difícil dejar ir el amor, pues podría irse para siempre. Mientras camina hacia el Supermercado que se encuentra cercas del puente que cruza a la Ribera, Loreta se encuentra con su amiga María Elena Becerra:
Ma. Elena.- ¡Me da mucho gusto saludarte amiga Loreta!
Loreta.- A mí me da más gusto María Elena, ya estoy de nuevo en Yurécuaro. ¡El clima está más sabroso aquí que en Canadá, allá el frío está insoportable!
Ma. Elena.- Oye amiga, a mí no me engañas, a ti te pasa algo, te noto triste. ¿Qué tienes, te puedo ayudar?
Loreta.-La verdad me gustaría platicarte todo lo que me pasa, pero nunca podemos coincidir, ya ves la invitación a comer que me hiciste, no he podido cumplir con ella.
Ma. Elena.- ¡No te preocupes! Ya llegará el día, a propósito, Manuel Mora me invitó a cenar mañana en la Casa Luna, es algo muy personal, me gustaría que nos acompañaras, al fin que eres amiga de nosotros también. Qué dices ¿aceptas?
Loreta.- Pues con tal de platicarte de lo sucedido con Álvaro y ver si me puedes ayudar, acepto. ¡Mañana nos vemos en la hermosa “Casa Luna”!
Rodeada de camelinas de diversos colores en la entrada de la Casa, y majestuosamente situada junto al Río Lerma y una vista espectacular de “Las Chorreras” desde la hermosa terraza, así es la famosa “Casa Luna”, se puede apreciar como el nivel del Río ha subido bastante, unos caminos de cemento y piedra, bolas de roca blanca dan la bienvenida a la Casa, una pintura de Frida Kahlo y unas mesas muy elegantes en la terraza, un candelabro donde velas están encendidas para iluminar la noche, música suave instrumental de fondo, Loreta está sorprendida:
Manuel Mora.- ¡Buenas noches Loreta!
Loreta.- ¡Buenas noches Manuel! Siempre me quedo sorprendida con la Casa, Soy la invitada de María Elena.
María Elena.- No te preocupes Loreta, Manuel ya está enterado de todo, preocúpate por disfrutar de la hermosa noche.
Manuel Mora.-Y eres invitada nuestra también, siéntete como en tu propia casa, disfruta de la noche, será muy especial, te lo aseguro.
Loreta.- Me costará trabajo sentirme feliz del todo, me siento incompleta, no me hagas caso, ¿a dónde se iría Mary?
Manuel.- fue a checar lo de la cena, ¡es un platillo italiano, delicioso! Toma asiento Loreta, no tardamos, estaremos adentro terminando los preparativos.
Loreta.- Insisto, ¡siento que debo acompañar a María Elena y ayudar en algo!
Manuel Mora.- No, Loreta, debes quedarte aquí para que atiendas a tu otro invitado, tendrán mucho de qué platicar seguramente.
Loreta.- ¿Otro invitado? Yo no invité a nadie más.
Manuel Mora.- entonces creo que se invitó él solo, ¡míralo ya llegó!
Loreta voltea hacia la puerta y se queda asombrada al ver a don Álvaro, elegantemente vestido, quien está en la Casa Luna.
Don Álvaro.- ¡Buenas noches! Hermosa luna sobre la Casa, se antoja conversar a la orilla del Río, pero si hay algún inconveniente, puedo volver otro día.
Loreta.- ¡Álvaro qué sorpresa! Justamente sentía la necesidad de compartir contigo estos momentos, me alegra muchísimo que estés aquí.
Don Álvaro.-Tenemos tantas cosas que decirnos, expresar nuestros sentimientos mas profundos.
Manuel Mora.-… Yo los dejo, platiquen con calma, al ratito les traeremos la cena.
Loreta.- ¡Muy amable Manuel! Ustedes planearon todo esto, ¡qué lindos!
Ya solos, conversan, se miran a los ojos, saben que a veces se pierden los estribos, pero también saben el poder del perdón y que el amor todo lo aguanta, todo lo perdona, todo lo puede.
Don Álvaro.- Loreta, siento que no fui comprensivo contigo, me faltó tacto, y pensé solo en mis propios intereses, ahora quiero decirte que he decidido estar en Yurécuaro viviendo porque quiero estar junto a ti, ¡eres lo que más amo en la vida!
Loreta.- Y yo quiero decirte que acepto viajar temporadas fuera de Yurécuaro junto a ti, pero siempre, siempre regresar de nuevo. ¡Y también eres lo mejor de mi vida!
En eso están cuando voltean a ver al río, se acerca una balsa con hombres muy sospechosos ¿Quiénes serán? CONTINUARÁ…. ESCRITA POR FRANCISCO MURILLO MÉNDEZ.

No hay comentarios:

Publicar un comentario