domingo, 6 de febrero de 2011

CAPÍTULO 7: "EL SECRETO QUE SE QUEDÓ EN YURÉCUARO"

¡TOMA TUS ALAS Y DECIDE VOLAR HACIA TU FELICIDAD!
CAPÍTULO 7:
“EL SECRETO QUE SE QUEDÓ EN YURÉCUARO”

Ciudad de Guanajuato:
Al abrir la puerta, Sándalo el joven apuesto se queda congelado ante la radiante presencia de Caova, mientras ella se queda realmente admirada ¡Parece que sí existe el amor a primera vista!
Caova.- ¡hola! Eh… ¿Se encuentra Pepita?
Sándalo.- Eh...sí, ¡Enseguida la llamo! ¿De parte de quién?
Caova.- De Caova, la sobrina de la señora Ahilda, ¿Le puedes comentar que acepté su propuesta para enseñarle las manualidades que quería?
En eso sale Consuelo la hermana de Pepita, furiosa:
Consuelo.- ¿Te puedes marchar inmediatamente de mi casa muchachita? Mi hermana no va a perder el tiempo contigo, suficiente tiempo me dedica a mí y a mis continuas enfermedades como para dedicarlo a manualidades. ¡Jóvenes como tú, solo entran a estas casas para ver que se llevan!
Pepita.- ¡Consuelo! ¡No le hables así a Caova!
Consuelo.- ¡Estoy en mi casa y le puedo hablar como yo quiera!
Caova.- ¡Me está faltando al respeto y no se lo voy a permitir! Y mire que a su edad hasta un dolor de vesícula le puede pegar, si no vengo a pedirle caridad, ¡No la necesito! Solo que pensé que eran personas necesitadas de tiempo y cariño, pero me doy cuenta de que nunca ha sido así. ¡Con permiso!
Caova se marcha, Sándalo va tras ella:
Sándalo.- Oye… ¡Espera! ¡Una disculpa por favor! Mi tía está alterada, está nerviosa por la inseguridad que se vive en todas partes, eso es.
Caova.- Mira, yo nací en un pueblo llamado Yurécuaro Michoacán y allí, se les enseña a las personas a respetar a los demás, pensé que estarían contentas de que las visitara, pero fue todo lo contrario. ¡Extraño tanto mi Pueblo!
Sándalo.- ¿Puedo saber por qué tuviste que dejarlo y venir a vivir aquí?
Caova.- Es una larga historia, no tiene caso, ¡Solo sé que no volveré a entrar a la casa de tus tías!
Sándalo.- Si quieres te puedo invitar a visitar la casa de otras de mis tías, viven cercas y ellas sí son calladitas y bien portadas.
Caova.- ¡No gracias! ¡Esas calladitas son las peores!
Sándalo.- Te prometo que esas tías son tranquilitas, ni se mueven siquiera. ¿Te gustaría ir conmigo a ver las Momias de Guanajuato? ¿A ver a mis tías calladitas?
Caova.- ¡Grosero! Jajajaja, no sabía que tenías unas tías tan milenarias eh? ¡Ya vete, porque si no te van a regañar por platicar con una posible ladrona!
Sándalo.- ¡Nunca digas eso! Entonces, ¿Mañana nos vemos?
Caova.- Sí…mañana iremos a ver a tus tiesas tías.
Caova se va molesta, pero en el fondo está contenta pues nunca imaginó encontrarse con alguien que la hiciera sentir tan bien. En el interior de la Casa de Pepita y Consuelo, las cosas se ponen todavía peor:
Consuelo.- ¡Necesito un té de ajenjo para las bilis Pepita! ¡Traigo la boca amarga por culpa de esa muchacha!
Pepita.- ¡Ella no tiene la culpa de nada, en todo caso la culpable soy yo por invitarla a que me enseñara manualidades, además no nos iba a cobrar ni un centavo!
Consuelo.- ¡Pretextos solamente! Todavía ves las noticias de robos, delincuentes y sigues confiando en los desconocidos. ¡Ni siquiera sabes qué clase de muchacha es ella, ni sus mañas! Jóvenes decentes, por ejemplo te puedo mencionar a Ámbar la hija de Bernardo Alcalá, ¡Ella sí tiene clase y educación! ¡Sería un privilegio presentársela a Sándalo para que llegaran a conocerse y quizás enamorarse…!
Pepita.- ¡Ni lo intentes! Hace cuarenta años, que papá nos buscó novios para que nos casáramos a fuerzas, hombres de lo peor, eso sí, con mucho dinero. Hice muy bien en revelarme, ¡No me arrepiento!
Consuelo.- Deberías, por esa razón, a papá le pegó el derrame cerebral que fue la causa de su muerte, ¡No fuiste agradecida con él! ¡Él solo quería nuestro propio bienestar!
Pepita.- ¡Pienso que Él no sabía que obligándonos a casarnos con alguien a quien no amábamos, nos estaba amargando la vida para siempre, cortándonos las alas de la libertad, las preciosas alas de juventud que vuelan con el tiempo y ya nunca regresan! Yo decidí huir mejor, pero tú te quedaste y tú sí te casaste, mejor dicho, arruinaste tu vida. Es por eso esa amargura, ese resentimiento tan dentro de ti.
Consuelo.- ¡Tú tampoco eres feliz! También te amargas por los recuerdos que tienes del ayer, sé que al lugar al que huiste, es muy especial para ti y algo muy fuerte debiste dejar allá para no olvidarlo nunca y aferrarte al pasado que te domina.
Pepita.- ¡Nunca te lo he contado, es el secreto que mejor he guardado en toda mi vida! Hoy te lo voy a contar para que sepas que no me voy a aferrar a la soledad y a la amargura. ¡Escucha muy bien lo que te tengo que decir: Hace cuarenta Años que huí a un pueblo de Michoacán llamado Yurécuaro. Ahí viví por cinco años, pero no viví sola, viví con el amor de mi vida, ¡El único amor que me hizo muy feliz, tan feliz que… tuve una hija, la cual fue arrebatada de mis brazos tiempo después! Y es lo que acaba mi vida día con día, hora tras hora sin saber en dónde está, mi pequeña Lorena, la hija que no logré hacer feliz.
Pepita se suelta llorando, es como si se hubiera roto algo en su interior ¡Por fin pudo sacar a la luz ese secreto que la ahogaba durante tantos años! Consuelo su hermana está muda de la sorpresa.
En Casa de Ahilda y Andrea, ambas platican acerca de Yurécuaro y las noticias más recientes:
Ahilda.- Andrea ¿Hablaste con Mary la de Tayito?
Andrea.- Sí, le hablé por teléfono en la mañana.
Ahilda.- ¿Y cómo siguen las cosas en Yurécuaro?
Andrea.- Mejor, ya terminó Enero y parece que ya está todo más tranquilo, además me dijo que Aurelio el papá de Ricky ya está viviendo de nuevo con Lorena y se ve la familia va a mejorar.
Ahilda.- ¿Oye, yo nunca le conocí familiares a Lorena, ella nació en Yurécuaro?
Andrea.- Sí, solo que ella me platicó que su madre los abandonó y se vino para Guanajuato, pero nunca supo más de ella. ¡Qué coincidencias, ella acabó haciendo lo mismo, abandonó a su familia, pero creo que hoy ya ha aprendido la lección! Me pregunto ¿Qué habrá pasado con su madre de ella, dónde está?... CONTINUARÁ

Escrito por: Francisco Murillo Méndez.