sábado, 20 de marzo de 2010

CAPÍTULO 2: “LOS BRILLANTES OJOS DE UN POETA CIEGO”

Si te perdiste el primer capítulo de la Historia. Esto fue lo que sucedió:En el Yurécuaro antiguo, los Insurgentes, soldados comandados por un hombre con poder, queman varios pueblos, incluyendo Yurécuaro. En esa noche Alfonsina da a luz a una niña hermosa, en medio de la oscuridad de un escondite secreto, construido por Jerónimo su esposo, un lugar oculto entre tanta luz del fuego que cubre el pueblo como manto. Martina mujer madura, quien es amiga de Martina, será aliada de ellos en su huida para salvar su vida. María de la Luz Rico, hermosa joven del pueblo, prefiere morir, que perder el valioso tesoro de la castidad. ¡Continúa leyendo esta gran historia a continuación! Jerónimo, esposo de Alfonsina vuelve a la casa y entra al escondite secreto, con telarañas y humedad, entra sigilosamente, Alfonsina está muy preocupada por su sobrina Ma. De la Luz:Alfonsina.- Dime Jerónimo ¿Encontraste a María de la Luz? ¿Viene contigo? Jerónimo.- ¡María de la Luz descansa, ella duerme en profunda paz!Alfonsina.- ¿Y el tata Nacho?Jerónimo.- Tu hermano Isidro y sus hijos se lo llevaron en un petate al cerro. Allá en el monte ellos tienen su escondite. Alfonsina no ha comprendido que el sueño de María de la Luz es el sueño eterno de la muerte y que duerme, sí en profunda paz.Alfonsina.-Jerónimo ¿y nosotros cuando nos iremos de aquí?Jerónimo.- ¡Esta misma noche!Martina la partera se impacta al oír estas palabras:Martina.- Pero… ¡es muy pronto, Alfonsina necesita reposo y la niña puede enfermar o morir! ¡Es muy peligroso este viaje! Tengan compasión de esta criatura.Jerónimo.-Si nos quedamos aquí, la vida de la niña y de todos sigue corriendo peligro, además corremos el riesgo de que nos lleven prisioneros al Fuerte de San Gregorio y esa caminata tampoco la aguantarán Alfonsina y la pequeña Ana.Alfonsina.-¿ Ana? La niña se llamará Tabita.Jerónimo.- Se llamará como tu mamá, Ana, pues yo se lo prometí y lo voy a cumplir.Alfonsina.- Está bien. Lo importante es que estemos a salvo de la violencia que reina en el pueblo.Con mucha dificultad, Jerónimo ayuda a Alfonsina a salir de la humilde casa destruida por el intento de incendio, Martina lleva a la pequeña Ana en sus brazos, quien pareciera ser cómplice de ellos y de la huida, pues no llora, sino que duerme, como ignorando la cruda realidad. Al amparo de la oscuridad y de la luz de la luna llena, caminan buscando un refugio, con una esperanza de encontrar una luz en el horizonte. Cuando llevan unas horas de camino, Alfonsina pide que se detengan, se siente muy mal:Alfonsina.- ¡Creo que no voy a llegar, me siento muy débil! ¡Déjenme y continúen ustedes! Además se oye que vienen caballos y los soldados. ¡Váyanse y salven a nuestra pequeña!Martina.- ¡Dios mío, estás ardiendo en fiebre Alfonsina! Déjame que te acostemos sobre la maleza, y no, nunca pienses eso, de que te vamos a dejar.Jerónimo.- Sí Alfonsina, tienes que llegar y seguir con nosotros, ¡nuestra hija te necesita más que nunca!Martina.- ¡Aguanta Alfonsina! El hecho de que hayas estado en esa cueva, en ese sótano tan sucio, te pudo haber infectado de algo. Lo que me preocupa es el ombligo de la niña, yo la siento calientita.Jerónimo.-Parece que están muy cercas los soldados de aquí. ¡Vamos a escondernos cercas de aquella zanja!Martina.- ¡Ojalá no llore esta niña! Necesita comer, ¡necesita ser muy fuerte!Mientras ellos se ocultan entre el follaje, los soldados pasan con su caballería arrastrando a dos hombres, quienes sujetos y atados de ambas manos van sufriendo el camino hacia una muerte cruel y segura.Alfonsina.- ¡Mi niña no vayas a llorar! Sé fuerte para que no nos descubran.Cuando por fin parece que los Insurgentes se han ido Martina descubre por el olor, un pequeño árbol de fresno, corta algunas de sus hojas frescas y se las da a Alfonsina para que las mastique y tome el agua que necesite para soportar el trayecto.El alba comienza a iluminarse, se ha terminado la noche, hay una neblina blanca, que puede confundir con humo blanco, pero poco a poco y a través de ella se puede ver a lo lejos la Casa Grande del Patrón, la Hacienda nueva, llamada “La Semilla”. Jerónimo está sorprendido y comienza a reírse con sonoras carcajadas, fuera de sí, pues ahí está el refugio, por fin podrán comenzar una nueva vida. Alfonsina y Martina también sonríen. Jerónimo abraza a la pequeña Ana y con toda firmeza le dice mirándola a la carita:Jerónimo.- ¡Has tenido aguante! ¡Has ganado tu primera batalla y tenido tu primera gran victoria! Desde hoy tu nombre será Ana Victoria, mi niña valiente, mi Ana Victoria.Al poco rato se encuentran ya en la Casa Grande o Nueva Hacienda llamada “La Semilla” donde Alfonsina es atendida y Martina se encarga de la niña. El capataz de la Hacienda, un hombre ya maduro, pero fuerte llamado Belarmino se encuentra con Jerónimo y lo reconoce:Belarmino.- ¡Veo que cumpliste tu palabra de venir!Jerónimo.- Lo dije y lo cumplo. ¡Quiero trabajar y servir en la Hacienda desde hoy y ojalá por muchos años!Belarmino.- ¡Así puede ser! ¡Tú me salvaste la vida hace tiempo Jerónimo! Y eso nunca lo olvidaré, aquí tendrás todo mi apoyo, considera la Hacienda como tu nuevo hogar para ti y tu familia.Jerónimo.- ¡Así será! Lucharé para que este sea nuestro hogar de mi pequeña Ana Victoria, aquí la veré crecer hasta que se convierta en toda una señorita ¡ya lo verás, ya casi la puedo ver!A veces con los ojos de la imaginación podemos ver tantas cosas, y a veces la realidad es tan difícil de ver, el tiempo se pasa volando, como volando se va la vida y los años.1834, AÑOS DESPUÉS: CASA GRANDE, HACIENDA “LA SEMILLA”:Han pasado 18 años, la Hacienda está progresando, se ve mucho movimiento en ella, pero permanece la calma. El hacendado es Don Fausto Escobar, hombre recio, pero en el fondo, noble. Sufre de tiricia o tristeza, ya que siempre está encerrado en el cuarto de la ventana del campo de maíz, donde no se ve nada y el verde del maizal tierno, refresca y calma la más dura de las conciencias. En la cocina de la Hacienda, Alfonsina trabaja de cocinera junto a Martina y debido a su rico sazón se ha ganado el respeto del hacendado Don Fausto Escobar y su esposa doña Patrona Hernández. Es una cocina impresionante, con montones de platos y tazas de barro, cazuelas y comanjas frescas que sudan agua cristalina, para calmar la sed de los peones después de una larga jornada de trabajo. La cocina se impregna de las verduras frescas, ajos, cebollas, perejil y cilantro, chiles secos que cuelgan de un lazo, y ahí está Alfonsina cocinando como nadie, vigilando que los ingredientes de cada comida bailen la danza del sabor de México, de ese México de 1800 que respiraba un viento de incertidumbre.Mientras tanto Jerónimo labora como mayordomo en las tierras de maíz, frijol, papa y cacahuate, y ahora busca por las parcelas cercanas a su niña, porque aún a sus 18 años que tiene Ana Victoria, para él sigue siendo su niña. A lo lejos la puede ver corriendo con dos de sus amigas:Jerónimo.- ¡Ana Victoria! ¡Tu madre te busca con insistencia!Ana Victoria es una joven realmente hermosa, morena clara, de cabello negro largo y ondulado, quien parece no escuchar el fuerte grito de su padre, pero Obed un joven de su edad se lo recuerda:Obed.- ¡Ana Victoria, tu padre te grita!.Ana Victoria.- ¡Ya voy Obed, seguro mamá quiere que me vaya a encerrar de nuevo en la cocina, yo no quiero ser como ella, que está metida todo el día en ella con Martina, yo necesito la libertad del campo para respirar.Obed.- Lo sé Ana Victoria, pero recuerda que es mejor obedecer a tus padres siempre. Si yo los tuviera, yo lo haría, ¡si tan solo pudiera ver!Ana Victoria.- Obed, aunque eres ciego, eres la persona más valiosa que conozco como amigo, sabes, ¡tienes unos ojos radiantes, brillantes como el sol, yo sé que ves muchas cosas que ni nosotros mismos lo vemos, tienes una sensibilidad muy especial, y yo trato de obedecer a papá y a mamá con gusto, no obligada, pero también necesito mi espacio.Obed.- ¿al rato me dejas recitarte el poema que escribí en mi mente esta mañana? Se llama “Sombra de mil colores”, te lo escribí a ti.Ana Victoria.- Por supuesto, ahora ¡Déjame ir para ver lo que quiere papá, nos encontraremos en el Río Lerma por la tarde.Obed.- Ahí estaré.Cuando Ana Victoria llega con Jerónimo, este la abraza y le dice:Jerónimo.- Hija, acaban de llegar noticias de que la peste del cólera asiático está azotando Yurécuaro, necesitamos cuidarnos mucho. Sabes ¡Tengo miedo de perderte mi pequeña!Ana Victoria.-Papá, para mi la vida apenas comienza, y sé que hay algo muy bueno para nosotros en el horizonte, ¡No hay que temer!Jerónimo.- Te lo digo porque doña Patrona, la esposa del Hacendado está agonizando, enferma, quizás de eso… CONTINUARÁ. Relato escrito por Francisco Murillo Méndez.Recuerda mandarme tus comentarios y sugerencias al siguiente correo: Franchopan@hotmail.com

domingo, 14 de marzo de 2010

CAPÍTULO DE INICIO: “UNA LUZ PARA EL OSCURO REFUGIO DE LA IGNORANCIA”

Yurécuaro Antiguo, Michoacán 25 de Enero de 1816.
Pueblo antiguo, pueblo rojo, pueblo oscuro de denso humo negro. Ya las calandrias han huido, su canto no se escucha más, el silencio las corrió de golpe, el trotar de los caballos sustituye su canto y la incertidumbre visita cada espacio, cada instante. ¡Cuanta falta hace la Luna! ¡El sol! ¡Cuánto anhelamos toda una luz en el horizonte!
Ha caído la noche, de repente se escuchan gritos por doquier, las personas corren, los niños lloran, las mujeres los abrazan tratando de protegerlos, ocultándolos entre sus rebozos para que no vean el peligro que se aproxima, aunque no lo ven, lo sienten, en el mismo viento que evapora, que quema. Hay angustia por todas partes. Las puertas de las casas son aseguradas con las pesadas trancas, donde detrás de ellas las familias se ocultan, creyendo que están protegidos, seguros de Los Insurgentes, de esta fuerza numerosa, compuesta por igual por muchos soldados traicioneros que han tomado a este pueblo por asalto. Comienzan a atacar a las personas que corren escapando por las calles, atacando a las jóvenes muchachas que despavoridas y horrorizadas ven en los ojos de estos hombres el brillo de la maldad y la insensibilidad. Este ejército al mando de un hombre cobarde comienza a quemar todas las casas que encuentran a su paso, donde en su interior las familias se refugian temerosas. Muchas otras tratan de huir del pueblo, pero son detenidos y llevados como prisioneros al Fuerte de San Gregorio, como a una hora de distancia.
En una casita humilde vive Alfonsina, una mujer de unos 32 años, quien está embarazada y a punto de dar a luz. Quizás por los acontecimientos el parto se le ha adelantado, los dolores son cada vez más intensos. Con ella se encuentra Martina, de medio siglo de vida, partera y familiar suyo, tranquilizándola y a la vez preparándola para el inminente acontecimiento:
Martina.- Alfonsina, ¡Tienes que ser fuerte, tu bebé ya va a nacer! Además la puerta está bien segura, ¡Ya le puse las dos trancas más macizas!
Alfonsina.- Pero, ¡Jerónimo mi esposo anda afuera en el peligro, como quieres que me tranquilice! Los soldados andan causando su ruin desastre por todas partes, ¡Tengo mucho miedo Martina!
Martina.-Si te tranquilizas, ¡todo va a salir bien y pronto tendrás a tu bebé en tus brazos! , de Jerónimo no te preocupes, él se sabrá cuidar, le dicen “Jerónimo el Loco”, capaz que se las ingenia para esconderse de los Insurgentes.
En ese momento se escuchan afuera las voces de los hombres que atacan sin piedad Yurécuaro, el ruido de los relinchidos de los caballos a toda prisa hace que se enchine la piel hasta de la persona más fuerte, la noche y el cielo se tornan de color rojo y naranja luminoso, brillante por las casas frágiles, indefensas que se están quemando, incluso la iglesia del Pueblo arde en llamas. Alfonsina y Martina escuchan cuando uno de los hombres menciona sin tapujos y con ironía:
.-¡Esta casa está muy triste, le falta una chispa de vida!
Y con su antorcha encendida comienza a prenderle fuego, Alfonsina cree no aguantar más, está a punto del alumbramiento.
Afortunadamente, mientras la casa apenas comienza a encenderse llega Jerónimo, el esposo de ella, quien al ver que no tendrán escapatoria decide arriesgar el todo por el todo y gritándoles para que le abran en medio de las crecientes llamas, entra y les dice:
Jerónimo.- ¡Llegó la hora de estrenar el escondite secreto!
Martina.- ¿De qué escondite hablas Jerónimo? ¿Estás realmente loco o qué?
Jerónimo.- No mujer, ¿Te acuerdas cuando me encerré por meses dentro de la casa y decían que estaba luria o ido de la mente? Me puse a escarbar para encontrar un dizque tesoro, aunque no encontré ningún tesoro, pero quedó el boquete tan grande que poco a poco lo fui engrandeciendo hasta que se convirtió en un escondite, el cual hoy vamos a usar y del cual nadie sabe que existe. Ahí bien cabe un petate grande y se puede encender una vela, aunque la luz no se ocupe, sino que es lo que sobra, mientras tú sales de tu apuro, yo voy a apagar por un rato lo que se está quemando afuera, ¡aunque es casi seguro que esos malvados vuelvan y le prendan fuego otra vez!
Jerónimo abre la puerta del gran hoyo que hizo hace ya mucho tiempo, es casi cueva, casi tumba, casi sótano, el refugio secreto que todo mortal de Yurécuaro desea en estos momentos.
Mientras Alfonsina da a luz, en su mente y en su corazón solo hay ahora un pensamiento:
Alfonsina.- ¡Mi sobrina María de la Luz está sola en su casa, sus padres salieron, está en peligro mi muchacha!
Y efectivamente no estaba equivocada. Por la Calle llamada “ Del Olvido”, María de la Luz, una hermosa joven de cabello negro lacio, el cual le llega hasta la cintura, corre al amparo de la noche, temerosa se dirige aprisa a la casa de su abuelo “ el Tata Nacho”, pero entre el miedo y las ansias de llegar pronto hasta él, su mente se detiene a pensar en cómo apenas unos meses atrás, el cielo era todavía azul en el día y estrellado en la noche, no rojo como el Yurécuaro ardiente que ahora ve y siente. Recuerda sus ilusiones, sus esperanzas, porque como todas las jóvenes de su edad, María de la Luz está llena de vida, pues además de hermosa, es alegre y decidida. Firme en sus decisiones y con una cualidad tan admirable, la deseada virtud de la castidad.
Recuerda cuando fue a la orilla del Río Lerma con su prima Isabela, su única amiga, de su edad, cuando se acercaron a sus aguas cristalinas que corren suavemente por el Río:
Isabela.- ¡Déjame refrescarme la cara! ¡El agua está tan fresca y tan rica!
María de la Luz.- ¡Yo quiero beber, tengo sed!
Isabela.- ¡Bebe! ¡Está deliciosa, yo bebería de esta agua toda la vida! Oye María de la Luz ¿No es hermosa la juventud? ¡Siento que estamos entrando a una etapa tan bella!
María de la Luz.- ¿Lo dices por el joven con el que platicas a veces?
Isabela.- Solo ha sido un par de veces, además solo platicamos ¡Nada más!... Bueno, la verdad es que ya tenemos tiempo de vernos y ¡ayer se atrevió a decirme algo que me dejó helada! Se atrevió a pedirme una prueba de mi amor, me dijo. “Si realmente me amas, me lo demostrarías” y yo no supe que decirle.
María de la Luz.- Si a mí me dijeran “Si realmente me amas, me lo demostrarías, yo les contestaría: “Y si tú realmente me amas, no me lo pedirías”. No Isabela, la virginidad de una mujer es algo tan valioso, en ella está envuelta la dignidad y el respeto, ¡es uno de los tesoros más grandes que posee el ser humano, la dignidad”. Cuando realmente se ama, se respeta, no solo el corazón, sino hasta los pensamientos.
¡Mira los alcatraces Isabela, están hermosos!
Isabela.- ¡Cortemos un manojo y llegando a casa los ponemos en el jarrón de barro de la cocina! ¡Y ya vámonos que ya es muy tarde!
¡Qué días aquellos! Ahora María de la Luz corre, cubierta por un rebosa azul marino que no puede ocultar la belleza que protege!, incluso en cuestión de segundos, tiene que arreciar el paso, porque al ver hacia atrás se percata de la presencia de un soldado llamado Antonio Hernández, quién en su caballo, y de manera soberbia e imponente, amenazante, mira a María de la Luz de arriba abajo sin vacilar. Ella le apura, corre más aprisa hacia la casa de su “Tata Nacho” quien debido a su edad y a sus reumas crónica que padece está postrado en cama y no tiene quien lo cuide.
María de la Luz ve como Antonio el soldado cruel al verla parada y tocando la puerta con insistencia, prepara una antorcha para prenderle fuego a la casa de adobe y frágiles vigas de palo, donde descansan los petates que hacen la parte de techo. Ella prefiere entonces seguir corriendo, para impedirlo y frustrar sus malvados planes. Pero descubre también aterrorizada como las calles están completamente vacías y Antonio el Soldado la acorrala con su caballo:
Antonio.- ¡No te vas a escapar de mí nunca!
María de la Luz.- ¿Por qué? ¿Por qué tratar de robar algo que no le pertenece?
Antonio.- Me gustas, eso es todo lo que sé, ¡Mira a tu alrededor, no hay nadie que te pueda ayudar! ¡Nadie!
María de la Luz, está en la plaza del Pueblo ya, tiembla, aterrada, siente frío en medio de tanto olor a fuego, ¡Siente un frío inmenso!, ¡No tiene escapatoria!, ese frío es de injusticia, de rabia, y a la vez de valor, de dignidad. Cierra sus ojos y le pide al Dios Verdadero que le de la paz que supera a todo pensamiento, que solo Él puede dar, la paz que vence al miedo. Al ver a Antonio corre hacia ella con las intenciones más viles y cobardes, ¡ella corre para alejarse de él!
Corre hacia una gran puerta dibujada con lumbre, para recibir el abrazo ardiente de una ola de fuego, y recibe su calma, su calma y paz que la cubre y la refresca, ella vuelve a sentir frío, pero ahora ya no tiembla, ¡Está tan fresca como el agua cristalina que bebió! Y ¡está tan limpia y pura como los alcatraces que cortó y llevó en sus brazos!
En la distancia, Antonio observó a la joven y contempló con terror la escena de cómo ella se perdió en una cortina de color de fuego, y en medio de su insensible corazón, una lagrima, quizás de remordimiento corre por sus ojos.
Una mujer muy valiosa se perdió, se fue, pero otra mujer acaba de nacer. En el escondite secreto de Jerónimo y Alfonsina, ésta se convierte en madre y da a luz una niña,¡ la cual llora tan fuerte, como si quisiera con su llanto apagar el mismo llanto de dolor y de sufrimiento de mucha gente!
Martina.- ¡Ya nació tu niña, Alfonsina!
Alfonsina.- ¡Gracias a Dios Martina! (Llorando de alegría)
Martina.- ¿Ya pensaste cómo se llamará?
Alfonsina.-Sí. Se llamará Tabita, como la mujer que resucitó el apóstol Pedro en una ocasión, le pondré así porque será como si mi niña viviera en un Pueblo que resucitará ¡Porque se va a levantar Yurécuaro, Martina! ¡Tiene que levantarse de los escombros, de las ruinas! Será como un pueblo naciente y de nosotros depende que sea una luz en el horizonte.
Martina.- Oye ¿Y dónde aprendiste eso del apóstol Pedro y de Tabita y todo eso?
Alfonsina.- ¡Te voy a contar un secreto! Cada semana desde hace algún tiempo, la maestra, la Señorita Magali Curiel viene aquí a la casa y nos ha enseñado a leer y escribir a Jerónimo y a mí. ¡No solo los ricos tienen derecho a saber Martina! ¡También la gente pobre lo tenemos! Nosotros no queremos que nuestra casa sea un refugio para la ignorancia. Sabes, ella nos cuenta historias tomadas de un hermoso Libro, dice ella que del cual hay solo dos, uno está en la iglesia, dice que es en latín y que está sujeto con cadenas para que nadie lo robe, pero que hay otro en “La Hacienda Nueva” y es del Hacendado, dice que ese sí lo podemos leer nosotros y entender, que ahí dice todita la verdad. Jerónimo y yo soñamos con el día en que podamos leerlo y no solo eso, sino tener uno igualito aquí en la casa, pues si es La Palabra de Dios, la escribió para que todos los seres humanos la escuchemos, no solo unos cuantos.
¡Si supieras todos los tesoros que hay en él!
Todavía no termina de hablar, cuando llega Jerónimo a decirle:
Jerónimo.- ¡Alfonsina, tenemos que cuidar a nuestra hija lo más que podamos! ¡Mañana nos iremos a “ La Hacienda Nueva” a vivir y trabajarle al Hacendado, donde iniciaremos una nueva vida¡ Habrá luz nueva, ya lo verás!
Alfonsina.- ¡Cómo tú digas Jerónimo! Dime ¿Encontraste a María de la Luz? ¿Viene contigo?... CONTINUARÁ
Escrito por Francisco Murillo Méndez.

domingo, 7 de marzo de 2010

CAPÍTULO FINAL 29: “EL AMOR NUNCA FALLA”

Panteón municipal Yurécuaro Mich:
La tarde, aunque está nublada y serena, anuncia momentos de mucha alegría. Loreta estaba sola, pensativa ante la tumba de su padre, pero don Álvaro ha llegado junto a la abuela Eloísa, la madre de Loreta y le da una noticia maravillosa: sus hermanos Ignacio y Antonieta o Antonia como también le dicen, están ahí después de veinte años de ausencia, de no verse. ¡Ella corre a abrazarlos!
Loreta.- ¡Ignacio! ¡Antonieta! ¡Estoy soñando!
Ignacio.- No, no es un sueño, es realidad Loreta, ¡después de tantos años otra vez juntos!
Antonieta.- ¡Mi querida hermana! Ya no recordaba cómo era tu rostro, solo sabía que eras muy linda. (Se abrazan fuertemente).
Loreta.-Ahora sé que Dios no se queda con nada, en la vida siempre se hace justicia, ¡tarde o temprano recibimos el pago por nuestros esfuerzos, buenos o no, pero siempre los recibimos!
Doña Eloísa, la abuela está muy feliz de tener de nuevo a sus hijos reunidos.
Doña Eloísa.- ¡Otra vez juntos! solo que ahora estamos ante los restos de su padre. Hace más de veinte años éramos una familia normal, como todas, y a la vez como ninguna, éramos como una mazorca de maíz sin desgranarse, como un jardín de flores sin cortarse, ¡Hasta que se desojó la flor y los pétalos volaron hacia todas partes! ¡Qué difícil es volverlos a juntar de nuevo en la flor! Es más incluso cuando su padre resucite, volveremos a estar juntos de nuevo.
Ignacio.- ¡Pero ésta flor está retoñando otra vez, y de aquí en adelante no la dejaremos morir nunca otra vez!
Loreta.- Oigan ¿Jovita se quedó en casa?
Don Álvaro.-Jovita también vino, está con Esther y su prima Violeta, la hija de Ignacio, ambas son de la edad y ¡se parecen tanto!
Loreta.- Lo sé. Ya conocí a Violeta en Morelia, ¡me impresionó también su parecido! Álvaro, estas jóvenes buscan a Jovita, una de ellas es su sobrina, ¡Jovita se sentirá feliz!
Don Álvaro.- Loreta, antes de todo, quiero decirte algo muy importante: Recuerdo que a ti te fascinan las mariposas monarcas ¿no es verdad?
Loreta.- Sí, me fascina verlas volar, sus colores que alegran la vida, su delicadeza, lo mucho que trasmiten la paz, su silencio y a la vez su fuerte mensaje que transmiten de fortaleza y aguante.
Don Álvaro.- Recuerdo que me decías que querías ir a Canadá para ver a tu hijo Benjamín y para visitar los bosques canadienses donde están las mariposas monarcas, sé que lo hacías porque querías descubrir que eran las mismas que se encuentran en nuestro país.
Loreta.- Quería ver con mis propios ojos cómo el mundo aunque parece tan grande, en realidad es pequeño, ver las mariposas en Canadá me ayudaría a verlas como una familia única junto a las de México, sin barreras, porque para ellas no existen las fronteras, ni los muros, ni las visas, ¡no hay obstáculo que les impida volar y ser libres!, no cabe duda que nos enseñan una gran lección.
Don Álvaro.- Lo que te voy a proponer es algo muy especial, si nosotros tenemos el enorme privilegio de vivir en Michoacán, donde se encuentran los bosques donde se hospeda la mariposa monarca ¿ Qué nos impide ir a Angangueo, ese maravilloso pueblo que tanto necesita hoy de nosotros?¡ Mañana nos iremos! Creo que va a ser necesario que rentemos un autobús especial. Ah y te recuerdo, hoy en la noche llega Benjamín tu hijo de Canadá, ¡No lo olvides!
Loreta.- ¡Cómo lo voy a olvidar!
Loreta se encuentra en el panteón a una yurecuarense: María Dolores Hernández, quien es mamá de los jóvenes Nava, que viven en La Ribera y conversa:
Ma. Dolores.- ¡Señora Loreta! Usted siempre tan contenta.
Loreta.-No siempre ha sido así en mi vida, he pasado por tanta soledad y tantos miedos, pero he aprendido que de todos ellos podemos salir, si no confiamos en nuestras propias fuerzas, sino en las de Aquél que nos creó.
Ma. Dolores.- Eso es verdad, pero tenemos que mantener una actitud positiva y de mucha esperanza a pesar de todo. ¡Me dio mucho gusto saludarte!
Loreta.- ¡Igualmente amiga!
Esa noche, sucedieron eventos inolvidables, Jovita se encontró con las jóvenes, una de ellas resultó ser su sobrina, se sentía feliz, también llegó Benjamín, satisfecho de sacar las calificaciones más altas de toda su clase y poner en alto el nombre de Yurécuaro en el extranjero, Esther y Jorge Armando ponen fecha de su Boda, es como si ese día no hubiera existido la palabra tristeza, aunque sea por única ocasión.
Angangueo Michoacán, bosques de la mariposa Monarca:
Este hermoso Pueblo se recupera de una gran tragedia, pero decididamente se vuelve a levantar y a poner de pie, gracias a la cooperación de todos sus habitantes y de todo México.
Refugio de la mariposa Monarca, si el viento tuviera color, sería naranja en éste hermoso lugar parecido al Paraíso. Miles y miles de mariposas vuelan silenciosamente como celebrando la vida, pero a la vez ocasionando un gran bullicio, como las notas de una pieza musical clásica de una gran orquesta. La luz brillante del sol festeja con ellas la alegría y la paz que reinan.
Loreta puede descubrir como algunas mariposas se posan en su propia mano, como si aceptaran su sincera amistad y esa armonía es tan humana, tan real. Los ojos de Loreta se conmueven al ver en uno de sus dedos de su mano, a una mariposa especial, digna, ¡parece tan fuerte, pero en realidad es tan frágil!, es la mariposa de solo una ala, ya que solo tiene la tercera parte de ella, debido tal vez a algún suceso trágico de la vida, como suele suceder en el mundo de los humanos, de esas experiencias que nos hacen sentir después incompletos, tan vacíos, sin ganas de vivir, con un sentimiento de ausencia, de pena, de lástima y de mucho dolor. Pero siempre se puede volver a comenzar, de eso no hay ninguna duda, Loreta piensa en voz alta:
Loreta.- ¡Te admiro mariposa valiente! Porque eres capaz de volar y emprender el largo vuelo, con las fuerzas que Dios te da, y con esas ganas de vivir que tienes, siempre se puede ver que las heridas se van cerrando aunque por fuera nuestros cuerpos se van desgastando día con día, el corazón puede refrescarse y rejuvenecer de nuevo. Te aseguro que desde hoy voy a dedicar mi vida a servir a Dios y a quienes me rodean, porque quiero darle verdadero sentido a mi vida y esperar con esperanza la vida que realmente lo es, y ser un reflejo de la principal cualidad de Dios: el Amor,¡ porque el amor nunca falla, nunca dejará de existir sobre la Tierra!
Esther, Jorge Armando, Jovita, Benjamín, la abuela Eloísa, Ignacio, Antonieta, Violeta y Loreta están ahí, reunidos en la vida con una misión, con un propósito, el mismo que tienes tú, el mismo que tengo yo: el de esforzarnos por ser felices, día a día, a pesar de las adversidades, y a pesar de los obstáculos. ¡Bienvenidos al mejor camino en la vida: El camino del Amor! Donde no hay vacíos, ni ausencias, donde los recuerdos se pueden sentir como nostalgia suave, que no duele, que nunca se va, de regreso del viaje, Loreta se asoma por la ventanilla del autobús y orgullosa ve en la cercanía a Yurécuaro, majestuoso, imponente, nostálgico, su pueblo querido, su nido, el pueblo de su familia, tu familia, donde vives tú, donde vivimos todos y donde queremos vivir, en paz, luchando porque nadie se robe nuestra tranquilidad y nuestra alegría, esa que nunca, nunca se debe ir de nuestras vidas.
F I N
ESCRITA POR FRANCISCO MURILLO MÉNDEZ.


CARTA DE AGRADECIMIENTO.
De: Francisco Murillo Méndez.
Estimados amigos y lectores del periódico “EL CAZADOR DE LA VERDAD”, les agradezco enormemente a cada uno de ustedes, por leer cada capítulo, semana tras semana de esta interesante historia: “LA AUSENCIA QUE NUNCA SE VA”, la cual fue escrita con mucho cariño para ustedes, mi ciudad, mi pueblo de Yurécuaro, pero también para quienes nos leen en otras poblaciones cercas y lejos de aquí en nuestro Estado y en México, incluso recibí noticias emocionantes de cómo muchas personas la leen en Canadá, Estados Unidos, Cuba, España, Venezuela, Argentina, incluso una amiga Yurecuarense que vive en Afganistán y eso solo de lo que tengo conocimiento, sabrá donde más y a qué lugares remotos llega el Periódico a través de Internet.
Esta historia la escribí con la única finalidad de compartir una historia positiva, de esperanza, sin la violencia que caracteriza los medios de comunicación, sin sexo o lenguaje soez, más bien resaltando como los personajes resuelven los problemas dialogando y no en una discusión sin fin. También se resalta el enorme privilegio que tenemos los Yurecuarense de vivir aquí, en nuestro Pueblo o Ciudad, hay mucho de qué presumir, en realidad somos privilegiados, pero principalmente el motivo es dirigir la atención a nuestro Creador quien nos regala la vida, día con día y quiere que valoremos su amistad y que aprendamos de Él, mientras lo siga permitiendo.
Así que gracias a Dios, y un agradecimiento al señor Gustavo Mora y a su esposa Ma. Eugenia Briseño, por darme la oportunidad de compartirla con ustedes por este valioso medio, y gracias a LA CASA DE LA CULTURA y al Gobierno de Michoacán por tener planes importantes en cuanto a ella.
Por último no olvides que a partir de la próxima semana podrás iniciar a leer la nueva e impactante historia “TU LUZ EN MI HORIZONTE” Una historia desarrollada en el Yurécuaro antiguo:
Yurécuaro está en llamas, las familias pobres huyen, una hermosa joven demuestra un ejemplo sobresaliente de virtud, al decidir morir antes de perder su castidad, ante un malvado hombre que desea arrebatarle su honra. Esta joven nunca se imagina que siglos después se seguiría recordando su valor y humildad en el año 2010 y el ejemplo valeroso de otros y otras yurecuarenses.
¡Comienza a leerla desde el primer capítulo!
“TU LUZ EN MI HORIZONTE”
¡Próximamente, en tu periódico!