lunes, 31 de agosto de 2009

“CAMINAR ENTRE VIVOS “

. . .De repente se oyen disparos. Se produce un silencio total. Esther ve a Benjamín tirado en el suelo, inerte… se imagina lo peor.

De pronto… Loreta ¡despierta! ¡Está tan angustiada y agitada! Todo era parte de una cruel pesadilla, comienza a llorar para descansar de la opresión que siente en su pecho. La maestra Nadia escucha y acude rápidamente a la habitación, le pregunta qué es lo que sucede, qué le pasa, Loreta le contesta que acaba de tener una horrible pesadilla donde un hombre muy malo quiere hacerles daño a sus hijos:

Maestra Nadia.-¡cálmate por favor! Ya pasó, Esther y Benjamín están bien, están afuera despidiéndose de Jorge Armando y agradeciéndole la ayuda que nos dio.

Loreta.- Creo que necesitaré vencer tantos miedos, ¡Basta ya! Debo de enfrentar la realidad, tomar el toro por los cuernos, iniciar de nuevo. ¡Quiero volver a vivir Nadia!
M. Nadia.- Se que no será fácil, pero lo puedes lograr, mira, mañana temprano primero Dios vas a comenzar a enfrentar tus miedos, te voy a llevar a un lugar que te va a traer mucha paz y será un buen inicio para volver a recuperar el sentido de la vida.

Esther y Benjamín su hermano entran y abrazan a su mamá, es ahí donde Loreta comprende que no hay duda, la vida tiene que continuar.

A la mañana siguiente, el sol no se asoma como de costumbre, sino que amanece nublado, es un día gris, Nadia lleva a Loreta al panteón de Yurécuaro o a la casa segunda de todos nosotros. Este hogar al aire libre está tan bien cuidado en comparación de los cementerios de otros pueblos que lucen tristes, secos, abandonados. El nuestro es tan bonito y tan tranquilo que cada día son mas las personas que quieren venirse a vivir en él, quedando el espacio tan reducido que es necesaria la compra de terrenos aledaños para ampliarlo.

Poco después llegan a una tumba de azulejo café claro y una placa que indica el nombre de la persona fallecida: “Aquí yace Servando Madrigal”, quien es el padre de Loreta.

El día nublado comienza a dejar caer gotas copiosas de lluvia, tupiditas, firmes, frías, pero no importa, ahí está Loreta parada frente a la tumba de su papá:

M. Nadia.-¡Mira! No hay ninguna flor en los floreros de la tumba, debimos de haber comprado en la florería “Candy” un arreglo floral o un ramo de rosas, pero no quisiste Loreta.

Loreta.- ¿No recuerdas esa frase que dice que “en vida hagamos todo lo que esté en nuestras manos hacer, porque después…ya no se podrá? Yo nunca le regalé una flor a mi papá en vida, solo espinas y heridas le causé. Ahora, no quiero llenar de flores su tumba, él ya no puede olerlas, ni verlas, ni verme a mí. Pero mi amor por él nunca morirá.

M. Nadia.- Está bien Loreta, ¡ven! Quiero mostrarte una tumba más, sigamos “caminando entre muertos” aunque también afuera de aquí es posible caminar entre muertos.

Loreta.- Sí. ¡Cuántas personas hay quienes podemos tener muerto el corazón, muertos los sentimientos, muerta la esperanza y la conciencia y sin embargo caminamos sin rumbo fijo.

Y caminando poco a poco llegan ante una tumba destruida, olvidada, polvorienta, Nadia tiene que desempolvar el nombre escrito, pues lo cubre una loza mojada, le pregunta a Loreta si reconoce el nombre escrito, Loreta lo lee y se queda muy sorprendida, impactada:

Loreta.- Es… es el nombre de… el Magnate.

M. Nadia.-Sí. Es la tumba del Magnate, el hombre que te hizo sufrir y huir, ¡ está muerto!. Ya no puede hacerte mas daño, ya no te martirices cultivando el miedo. Ese hombre con tantísimo dinero no pudo sobornar a la muerte y a la justicia Divina, no hubo “mordida por debajito” que le llegara al precio para hacerse de la vista gorda y seguir viviendo. Un día le pegó un derrame cerebral y se fue muriendo poco a poco, dicen que en su lecho de muerte, sufrió lo peor, que en sus ojos se podía ver el terror, el pánico, la angustia de saber que pronto se enfrentaría a su propio juicio, que pronto caería al abismo negro de la inexistencia quizás para siempre. Ya no tienes por qué temer Loreta, ya no.

Loreta sintió una paz tan grande, que desde ese día ya nada fue igual para ella.

PASAN LOS DÍAS:

La mudanza llega de la Ciudad de México a Yurécuaro con los muebles, y se instalan en una casa a una cuadra de donde vive la maestra Nadia.

Loreta visita al doctor Filiberto Núñez de la Colonia La Loma, quien le da un tratamiento para la depresión a base de nutrición. Pero el doctor le comenta acerca de lo necesario que es que siga una terapia ocupacional para disminuir el stress, Loreta no es rica, es de clase media, así que pronto tendrá que trabajar, mientras se mantendrá con la pensión que se le da por la muerte de Ramón su esposo.

No falta en Yurécuaro la mano amiga de alguien, quien se acomide a ayudar cuando se necesita, y en este caso fue un joven quien le dice a Loreta que él está asistiendo a un taller de Pintura con el maestro René Martínez y que se siente muy bien, así que le da su dirección y ella va a buscarlo, en su estudio y entre hermosos cuadros que parecen salirse del lienzo, René la recibe:

René.- ¿Así que le gusta la pintura señora Loreta?
Loreta.- Mucho. De hecho siempre quise aprender a pintar.
René.- Creo que ha llegado al lugar correcto. ¡Bienvenida a su taller de Pintura, todos los martes y jueves por las tardes!
Loreta.- ¡Aquí estaré puntual! Es un privilegio que usted sea mi maestro, de verdad.

Por otro lado, Esther trabajará en la Clínica de Salud de Yurécuaro o en el Hospital como es mejor conocido, ella se encargará de la oficina encargada del control de Dengue y la influenza humana. Aunque también participará como voluntaria en una labor social muy importante, como lo es apoyar el proyecto “Centro de Rehabilitación para Niños con Necesidades Especiales” ella apoyará en especial a quienes tengan problemas de lenguaje, lento aprendizaje y sordomudos, ya que ella conoce el Lenguaje de Señas Mexicano.

Benjamín continuará estudiando el tercer año de Bachillerato, pero también quiere entrar a un grupo de baile folklórico, así que le dicen que en la localidad hay varios, muy buenos, pero él elige la mejor de las Academias: “ATOYAC” situadas sus oficinas en la calle Pípila a donde acude para platicar con el Profesor Guadalupe:

Benjamín.- ¡Me gustaría tanto formar parte de ATOYAC! Son conocidos nacional e Internacionalmente. Además soy amigo de Leti la Ex académica y me platicaba mucho de ustedes.
Profesor Guadalupe.-Gracias por tus comentarios! Pero ahorita no hay lugar para alguien mas en el grupo, estamos completos, tal vez mas adelante…
Benjamín.-…Solo quiero una oportunidad.
Prof. Guadalupe.-mira, ahorita estamos muy ocupados, en la tarde tendremos presentación en Zamora, ¿Por qué no vienes después?

En eso entra Alfonso, uno de los integrantes del grupo, muy preocupado:

Alfonso.-Profesor ¡Tony andaba en una motocicleta y de repente tuvo un accidente, se golpeó muy fuerte y por poco se le rompe una pierna!

El profesor Guadalupe en ese momento mira fijamente a Benjamín y le dice: - Está bien Benjamín, tú ganas. Desde mañana preséntate a los ensayos a las cuatro de la tarde, y tú Alfonso, acompáñame a ver cómo está Tony por favor.

Benjamín.- ¡Gracias! Comprendo que no será fácil, pero no lo voy a decepcionar.

Parece un buen comienzo para la familia Díaz en Yurécuaro. Loreta avanza mucho en sus clases de Pintura con René Martínez:

René.- Loreta ¿Qué pintará en su primer cuadro? ¿Qué desea transmitir en él?

Loreta.- Mira, hoy por la mañana estaba en el jardín de la casa donde vivo, ahí hay muchas flores: malvas, belenes, rosas, girasoles y mientras las regaba, me sorprendí tanto al ver a un grupo de mariposas monarcas volando entre ellas. ¡Son tan hermosas! Su color naranja y negro me fascina, por un momento las envidié pues viajan distancias tan sorprendentes y las vi tan libres, tan elegantes, las creí felices. De repente una de ellas se posó sobre una rosa guinda, ahí la pude apreciar meticulosamente, detenidamente y me quedé muda al descubrir que a una de sus alas le faltaba una tercera parte de ella, es decir que aquella intrépida mariposa volaba prácticamente con solo un ala.

René.- ¡Qué impresionante!

Loreta.-Sí. Así es. Pensé en la posible causa del daño de la pérdida del ala y debió de haber sufrido tanto. Aprendí tanto de ella observando la Creación de Dios. En mi caso he pasado por tantos problemas que es como si sintiera también una de mis alas rotas, pero también quiero seguir volando, caminar entre vivos. Así que mi cuadro tratará de un grupo de mariposas monarcas que vuelan sobre flores, pero una de ellas posa sobre una rosa, aunque su ala está casi totalmente dañada, destruida, no se da por vencida, y de fondo se ve la ciudad de Yurécuaro, ellas se van, se ausentan pero un año después sus hijas vuelven, regresan. Mi cuadro se llamará: “La Ausencia que Nunca se Va”…

Continuará…. Novela escrita por: Francisco Murillo Méndez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario