Escrito por: Francisco Murillo Méndez.
En memoria de Manuel Munguía Rodríguez.
Se escucha la suave música de una canción, en realidad el cielo ya no está nublado, las nubes de disipan y el sol vuelve a brillar, ya no hay dolor...
Como jóven, la vida la viviste a tu manera, siempre observador, desconfiado, inquieto y soñador, así describiría tu mirada...soñadora.
Te recuerdo frente al DIF escuchando las cuerdas melodiosas del calceto, quien en su casa cantaba y tú estabas escuchando, observando, imaginando la historia de ese canto, al igual que te gustaba el folklor y la danza michoacana, símbolo de un muchacho que aprecia la cultura, tenías sueños, muchos sueños, muchas ganas de vivir...
Sin embargo detrás de esos ojos profundos y soñadores, había una gran tristeza, me imagino tal vez que había ausencias en tu vida que te entristecían y luchabas contra eso, había una parte de tu corazón que estaba ausente, lejana y no comprendías el por qué de muchas cosas, pero en el fondo luchaste para tratar de ser feliz a tu manera...Buscabas amor y siempre te esforzaste por darlo a los demás, lo dabas en cada sonrisa, en cada chiste, en cada indiferencia, sin embargo tus amigos te conocían y sabían que eras así, soñador y atrevido, con mirada soñadora...
En tu foto de perfil, de portada dejaste un sol que cae en el atardecer, como cuando se termiona un día, una jornada, tú a su lado del sol, sereno, tranquilo, los sueños vuelan cual gaviotas, el cielo ya no está nublado, las nubes de tormenta se didipan y el sol vuelve a brillar, ya no hay dolor, duermes y queda la esperanza más real que nunca que pronto te volveremos a ver, con tu mirada soñadora, con sueños que se harán realidad.
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