sábado, 5 de diciembre de 2009

CAPITULO 18: “CRÓNICA DE UN AMOR QUE SE APAGA”

Jovita está muy enferma de la Influenza, se encuentra en la Clínica de Oscar Bravo, donde es atendida con mucho esmero por un equipo de médicos, las enfermeras y la secretaria Lupita. A hora el doctor les informa a la familia del estado crítico de la casi hermana de Loreta:
Loreta.- ¡Doctor, dígame por favor cómo se encuentra Jovita!
Doctor.- La señora Jovita está muy delicada, la neumonía que la atacó a causa del virus de la Influenza humana está afectando seriamente sus pulmones, lo que nos sorprende es lo rápido que se agravó su estado de salud.
Loreta.- Pero… ¿Se pondrá bien doctor? Díganos la verdad.
Doctor.- La verdad es que todo puede suceder señora, lo mas seguro es que se agrave todavía mas, nosotros haremos todo lo posible por salvarla, lo demás ya no depende de nosotros.
Loreta siente miedo al pensar que pudiera suceder lo peor, y tenga que enfrentarse al peor enemigo del ser humano: la muerte y al dolor y la ausencia tan prolongada que ésta ocasiona.
Y es que en realidad todo sucedió tan rápido, eso indica que no debemos confiarnos y tomar todas las medidas de precaución posibles, ya que el rebrote de la enfermedad es inminente en Yurécuaro y sus alrededores.
Don Álvaro Ballesteros está al pendiente de apoyar a Loreta y su familia en cuanto a la salud de Jovita, pero regresó a La Piedad para recibir a Marina su hija, quien fue a visitarlo. El encuentro es muy agradable, con un toque de mucha sinceridad:
Mansión Ballesteros:
Don Álvaro.- ¡Bienvenida a casa hija! ¡Tu y mis nietos siempre serán mis huéspedes favoritos!
Marina.- ¡Gracias papá! Tal vez te sorprendiste por mi visita, pero la verdad sí fue algo repentino. ¡Se terminaron seis años de matrimonio en mi vida!, ya no puedo fingir ni un minuto más. ¡No soy feliz papá! ¡Ya me cansé de luchar!
Don Álvaro.- No entiendo qué es lo que me tratas de decir ¿Qué pasa contigo y con Roberto tu esposo?
Marina.- Pasa que hace seis años me casé con Roberto Gutierrez para formar una bonita familia, y donde yo pondría lo mejor de mí, él haría lo suyo, pero creo que ha sido inútil… ¡se apagó el amor!
Don Álvaro.- ¡Pero ustedes son una familia, un matrimonio casi perfecto!
Marina.- Aparentábamos ser un matrimonio casi perfecto, pero tarde o temprano se caen las mascaras. Por dentro, nuestra unión era una farsa total, una cruel mentira. Se que parece que exagero, pero ¡la confusión y el dolor me acaban!
Don Álvaro.- Marina, hija, creo que lo que necesitas ahora es descanso, has tenido unos días difíciles, de mucha tensión, te hará bien dormir un poco y enseguida quiero que me lo platiques todo.
Marina.- Es que él me ocultó muchos secretos, tenía toda una vida hecha con otra mujer, papá, Roberto tuvo una esposa en Canadá, y también tuvo una hija, llamada Selene, y lo peor es que viene para México y quiere conocerlo y seguro sacarle el poco dinero que le queda.
Don Álvaro.- ¿No crees que esa jovencita es inocente de todo lo que pasó y merece conocer, convivir y beneficiarse materialmente de su padre?
Marina.- Tal vez ella sea inocente, pero va a llegar en el momento mas inapropiado, casi no tenemos dinero, y Roberto, para hacerme sentir mal, le dará todo el cariño que a mi me está negando. En lo personal, no me interesa conocerla, no quiero volver a verlos papá. ¡Me quiero quedar a vivir en La Piedad!
Don Álvaro.- Si es tu decisión, yo encantado. Esta casa necesita de tus pasos y de la risa de tus hijos, solo quiero decirte que los celos no caben en esta casa, conocí a una persona muy especial para mi, con la que pienso casarme y no pienses que toda mi atención y cariño se lo daré a ella, tu tienes tu lugar Marina.
Marina se queda sorprendida, pero acepta las palabras de su padre, sin vacilar. En el fondo sí está cansada, no piensa claro.
EN LA PLAZA DE YURECUARO:
El Kiosco de la Plaza es testigo majestuoso del ir y venir de los yurecuarenses, de su vida cotidiana, de sus preocupaciones, de sus alegrías, de sus temores. Jorge Armando está en una banca frente al Kiosco, muy preocupado por la salud de Jovita y se lo expresa a Esther:
Jorge Armando.- Pero… ¿Por qué a Jovita? ¿Por qué a ella?
Esther.- Todos nos podemos enfermar, unos días antes estuvimos en varios lugares muy concurridos y no usamos gel, saludamos a muchas personas, nos pudo haber pasado a cualquiera, dice el doctor que Jovita traía sus defensas muy, muy bajas.
Jorge Armando.- Sabes, me muero de tristeza si Jovita llegara a morir, como soy de Sinaloa, Jovita se convirtió como en mi madre aquí en Yurécuaro y siempre estuvo al pendiente de mí. ¡La quiero muchísimo a ella…y a ti… te amo!
Esther.- ¿Cómo… dices?
Jorge Armando.- ¡Te amo Esther!, la luna y el Kiosco son testigos de las palabras que acabas de escuchar, son verdaderas, salen de lo mas profundo de mi corazón. Me atrevo a decírtelo porque es simplemente lo que siento.
Esther.- La verdad es… que yo también siento que… ¡ te amo!
Jorge Armando y Esther se miran fijamente a los ojos, simplemente se han atrevido a expresar lo que sienten y han callado por largo tiempo, él le toma sus manos y las entrelaza entre las suyas, los latidos de sus corazones se escuchan más fuertes, ha surgido el amor.
TE PRESENTAMOS LA LETRA DEL TEMA MUSICAL DE “LA AUSENCIA QUE NUNCA SE VA” DEL AUTOR: FRANCISCO MURILLO M. QUE SERÁ INTERPRETADO POR UNA GRAN CANTANTE DE CORTE INTERNACIONAL ¡MUY PRONTO LO PODRAS ESCUCHAR!
TEMA: “SOLO LA AUSENCIA ENTRE TU Y YO”

Recuerdo aquella luna gris
El cielo de Yurécuaro
En la plaza esperándote
Cien horas tu regreso.

Ya todos se han marchado ya
Y se llevaron las risas
Me dejaron el silencio aquí
Se terminaron las prisas.

Y el viento fresco me da igual
Y que la soledad me arrulle
Que quede desierto el lugar
Solo tu ausencia entre tú y yo
Juntos como de costumbre.

No hay gente a mí alrededor
Solo la noche me cobija
Serán mis sueños la ilusión
Mi lámpara tu corazón
Y mi almohada tu partida.

Y el viento fresco me da igual
Mirar la luna sobre nada
Saber que no regresarás
Que mi tristeza alargarás
Es con dolor, cortar mis alas.

No hay gente a mí alrededor
Que me consuele en estos días
Que me devuelvan el amor
El cual perdí en un rincón
De un país sin maravillas.
Y el viento fresco me da igual…

(Se repite la estrofa)

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