lunes, 21 de junio de 2010

” LUZ DE LUNA”

CAPÍTULO 12:” LUZ DE LUNA”
GRAN FINAL.
En la Hacienda “La Semilla” de Yurécuaro Michoacán se desatan las más intensas emociones. En las casas de adobe, Pablo Fernando está sorprendido por las palabras tan extrañas que le ha dirigido Ana Victoria, cuando le informa que se irá a la capital del País y quizás no vuelva nunca más:
Ana Victoria.- Hemos tomado la decisión de irnos a la Capital, donde iniciaremos una nueva vida, donde podré perseguir mis sueños: ser una gran profesora, dar de mi vida para apoyar en la educación de mi gente, de mi pueblo. “La educación genera vida” dice la maestra Magali Curiel, y yo quiero ser partícipe de ella.
Pablo Fernando.- Te vuelvo a repetir: “Eres mi único amor”, no puedo aceptar que estemos separados, alejados por la distancia. ¡Te amo Ana Victoria!
Ana Victoria.- Yo te lo digo de nuevo: “Yo no te amo” no puedo enamorarme de alguien a quien apenas y conozco, necesito tiempo para cultivar un sentimiento mas profundo, pero sabes, creo que no será nada difícil enamorarse de alguien tan especial como lo eres tú.
Pablo Fernando.- ¿Entonces no hay vuelta de hoja, te irás?
Ana Victoria.- Sí, de eso no hay ninguna duda. Pero te escribiré, dondequiera que esté, mi pensamiento estará contigo, pero no me presiones, ni me obligues a decirte que te amo, porque lo que realmente siento es cariño, solo eso y nada más.
Pablo Fernando realmente siente amor por Ana Victoria, pues respetará su decisión y la dejará libre, para que vuele y vuele a otros horizontes, a otros mares, llevada por otros vientos que serán espacios de sus sueños. “Cuando se ama realmente, se respeta y se deja libre”.
A las afueras de la Hacienda, cuando la tormenta no ha terminado del todo, Obed camina con mucho cuidado por el suelo enlodado, tratando de averiguar en donde puede estar Ana Victoria, cuando escucha a los hombres rebeldes, las acciones que van a tomar para quitarle la vida a don Fausto Escobar, el Hacendado:
Hombre.- (le dice a otro): ¡Te introduces sigilosamente con el arma, bien oculta debajo de tu gabán y cuando veas el momento oportuno le disparas y sales huyendo! Pero el momento de hacerlo es ¡Ahora o nunca!
Obed se queda aturdido al escuchar aquellas palabras, así que no debe perder tiempo, y decide caminar más aprisa, para prevenir a don Fausto de lo que está por sucederle. Así que desesperado, acelera el paso, perdiendo la sensibilidad del lugar que conoce tan bien como si realmente lo viera. Los hombres rebeldes se percatan de la presencia de Obed y se dirigen hacia él, casi corre, tratando de huir, pero resbala y cae a una de las laderas hacia una zanja con piedras, donde se golpea con unas de ellas, quedando inconsciente, mientras su cuerpo se moja debido al agua que lleva la zanja y que va creciendo poco a poco su caudal.
Mientras tanto, Arumi Andreína está frente a Copero, el fiel servidor de la Señora Edith, ella sigue temerosa de él.
Copero.- ¡No me debe tener miedo Señorita, en realidad los dos somos idénticos!
Arumi Andreína.- ¿Está usted loco? ¿Por qué me compara con usted que tiene esa enorme joroba, y es tan viejo, ciego de un ojo? Me inspira mucho miedo.
Copero.- Le vuelvo a insistir, ¡Somos exactamente iguales! Solo que mis defectos son en mi exterior, pero los suyos, son internos, así como me ve a mí por fuera, es usted por dentro, me inspira miedo…también.
Arumi Andreína.- ¡Mi corazón no es negro! ¡Yo no quisiera tener los sentimientos que a veces puedo transmitir. La vida me hizo así.
Copero.- Se equivoca, la vida no la hizo así, usted permitió que las circunstancias la moldearan, rodeada de tanto dolor y resentimiento, usted tomó la decisión de dejarse vencer y nunca cultivar el valioso tesoro de la humildad.
De repente se escucha una voz varonil, es un joven que camina, después de bajarse de su caballo, pregunta:
Joven.- ¿Qué sucede? Escucho la voz de una mujer, ¿Acaso hay problemas?
Arumi Andreína.- (mintiendo)-Ninguno, estoy con uno de mis servidores, pues la lluvia nos detuvo aquí, pero continuaremos nuestro camino. Espere un momento… esa voz, la suya yo la conozco, la siento familiar, me recuerda a Europa.
Joven.- También la suya lo es, me llamo José Miguel Rosablanca y me dirijo a la Hacienda nueva de Monteleón a visitar a mis tías que allí viven.
Arumi Andreína.- ¿José Miguel? ¡No puede ser! ¡Soy Arumi!
Así es, se conocen, José Miguel y ella fueron amigos en España, ella se llena de alegría, siente que ahora ha surgido una nueva ilusión en su mundo, un mundo que puede sanar y restaurarse si ella lo permite.
Arumi Andreína.- Mis planes son viajar a la Capital donde continuaré mis estudios, ¡no me voy a dar por vencida! ¡Mi vida tiene que tomar un nuevo rumbo desde hoy! Tiene que haber luz nueva en cada una de mis lunas, de las lunas de mis días, de mi vida, de mi existencia.
“Luna llena” luz en el horizonte, pronto amanecerá y un nuevo día comenzará de nuevo, luna quieta, dormida y a la vez despierta, luz blanca. Obed despierta, el agua está a punto de cubrirlo, en medio de todas sus sensaciones se da cuenta de algo realmente sorprendente:
Obed.- ¡Mis ojos! Colores, blanco, luz, luna, ¡Veo…la luna! ¡Puedo ver!...veo…veo.
Así es, ¡Obed ha recuperado la vista! Puede ver la vida nuevamente. Aunque hay muchas cosas que preferiría no volver a ver nunca más.
En la Hacienda, don Fausto no saldrá del cuarto donde se encuentra con doña Patrona y Edith, quien les platica con lujo de detalles todo lo que ha vivido:
Edith.- ¡Aquí estoy de nuevo después de 18 años papá y mamá! Pero nunca seré la misma, ¡mi rostro desfigurado es una marca del sufrimiento que perdurará por toda mi vida!
Doña Patrona.- Hija, ¡cuánto hubiera deseado la madre de María de la Luz Rico tenerla con ella hace 18 años, pero viva, aunque el fuego le hubiera desfigurado el rostro!
Edith.-Papá, mamá, ¿les puedo pedir un gran favor? ¡Quédense a dormir en este cuarto conmigo, no me dejen sola, vuélvanme a hacer sentir que tengo a mis padres conmigo, como si fuera una niña indefensa que necesita mucho amor y cariño.
Don Fausto.- Así será hija, te llevaré con los mejores médicos de la Capital y estoy seguro que podrán hacer mucho por ti.
Edith.- ¡Solo te pido que no salgas hoy para nada, solo quédate conmigo!
Vidal Trujano está escapando con el botín del oro, la plata y las joyas preciosas, pero el caballo en el cuál va huyendo no responde a sus órdenes y comienza a regresar al camino que va rumbo a la Hacienda, no puede permitirlo, cuando lo obliga a cruzar el Río Lerma, el caballo relincha, y lo tira al agua, soltando las bolsas con el oro, llevándoselas la corriente y ocultas por la oscuridad de la noche aún.
En su corazón se vuelve a sentir vacío.
Pasan dos días:
Jerónimo y Alfonsina, junto con Ana Victoria parten hacia la capital, y por primera vez utilizan el ferrocarril o tren, durante el trayecto, la hermosa joven recuerda los momentos trascendentales de su vida. Cuando conoció a Pablo Fernando, los desprecios de Arumi, su amistad con Obed, la muerte de Martina, sus niños a quienes daba clases, y en sus mente y en su corazón se dibujan sueños, esperanzas, la vida apenas inicia, ¡ Hay tanto por quién vivir! ¡Todavía necesita darles tanto amor a sus padres, amarlos, agradecerles el hecho de que le hayan dado la vida, en medio del fuego, de una noche donde todo era luz, ardiente noche de fuego, un fuego tan rojo como el que ahora la devuelve a la realidad, ve un gran bullicio, todo se estremece, se oyen gritos…de repente llega la imagen de Pablo Fernando, sonriéndole, despidiéndose, es la imagen final, de repente todo se pone oscuro… ¡el tren se ha descarrilado! Ana Victoria no ve más luz en el horizonte, solo hay silencio…
Nota: Este es el final de la primera etapa de la novela. ¿Acaso murió realmente Ana Victoria? ¡ Qué sucesos vienen después para todos los personajes en la Capital? ¡Descúbrelo comprando el libro de “TU LUZ EN MI HORIZONTE” La historia completa. ¡Muy pronto a la venta!
¡La próxima semana, comienza a leer “EL BARRIL OLVIDADO” las aventuras del Chavo del Ocho en Yurécuaro Michoacán, te sorprenderás!
¡Gracias por acompañarme en la lectura de esta sección!
RELATO ESCRITO POR: FRANCISCO MURILLO MÉNDEZ.

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