viernes, 2 de diciembre de 2011

LOS RELATOS DE: FRANCISCO MURILLO MÉNDEZ UNA NIÑA LLAMADA POBRE

Casi en lo último del “mogote”, así le llaman a la parte más alta de un cerrito de una comunidad de Yurécuaro Michoacán, se encuentra la pequeña y humilde casa de Felipe, padre de dos hijos, pero ahora, hay alegría en su hogar por la llegada de su primera hija, una hermosa niña a la que Celina su esposa desea ponerle por nombre “Pobre”.
La razón del nombre “Pobre”, es para recordar una promesa que ambos padres le han hecho a sus hijos: Ellos prometieron luchar contra la pobreza en su hogar, cueste lo que cueste, y no importa los esfuerzos que se tengan que hacer, ellos tendrán que demostrarse día a día que son capaces con la ayuda de Dios de dejar de ser “pobres” en todos los sentidos.
Con el paso de los meses, Felipe, Celina y sus hijos demuestran lo que son capaces de hacer. Felipe trabaja de albañil, pero en sus ratos libres, utiliza parte de su tiempo en cultivar por ejemplo un pequeño huerto familiar, un pedacito de terreno, donde sembró cilantro, cebollas, jitomates, rábanos, zanahorias y otras verduras, además cuida y abona con desechos orgánicos los árboles de limones, naranjas y guayabas, que durante años ha cuidado.
Celina es muy trabajadora en casa. Aunque son humildes, se preocupa por mantener su casa libre de moscas, mosquitos y cucarachas, pues sabe que mantenerlos alejados significa ahorro en medicinas, al igual que luchan por no dejar entrar ratones a la vivienda. Para ayudarse mantienen mosquiteros y mallas en las ventanas, que además de proteger, ayudan a mantener bien ventilados los espacios.
Como madre de familia mantiene los jarrones y ollas de agua para beber, bien tapados, además cuando viaja en el camioncito a la Plaza de Yurécuaro, ella se va de paso hasta el mercado de las cuatro esquinas, donde compra comida fresca. Regularmente se une con algunos familiares para en vez de comprar pequeñas porciones de frijol, azúcar, trigo, maíz y aceite, lo hacen en grandes cantidades, esto es, lo compran por costales, cajas y así aprovechan el ahorro que esto conlleva, después se reparten en partes iguales. Claro que para que esto funcione, tiene que haber comunicación y buena disposición en la familia, unidad para que todo resulte satisfactorio.
Celina no se olvida de la compra de jabón y cloro, sabe que mantener un hogar limpio, previene muchas enfermedades y las evita. Así mismo, Felipe también ha construido un pequeño corral, en un lugar retirado de casa, donde cría gallinas, pollos y unos chivos, de ahí pueden obtener huevos y carne.
Como lo que ganan en sus trabajos es poco, se ayudan no adquiriendo deudas innecesarias, procuran no comprar artículos que no necesitan o no son de primera necesidad, pero de vez en cuando se compran algo que se podría considerar “un pequeño premio a sus esfuerzos”.
Ellos no tienen un “Cochinito” u alcancía, no, más bien tiene algunos sobres, con letras en cada uno de ellos, por ejemplo, en uno dice: “Para pago de Luz eléctrica”, en otro: “gas”, y así, hasta tiene uno que dice: “paseo o vacaciones”, hasta para eso les alcanza, dicen ellos.
Y todavía por las noches, se dedican una hora para sentarse con sus dos hijos y con “Pobre” para conversar como familia y ver cómo pueden enfrentar los problemas de la vida. Saben que la unidad familiar es muy importante, pues si están unidos, estará, protegidos.
Se llega el día miércoles y saben que es día de “tianguis”, así que Celina se va y busca ropa de segunda mano, donde sabe que está en muy buen estado y a precios muy accesibles, igualmente aprovecha a comprar fruta de la temporada.
Ser pobres, no significa carecer solamente de lo material, de ropa, comida, techo, no, también hay millones de pobres en sentido espiritual, en valores, emocionalmente y es otra de la pobreza que se tiene que combatir, día con día, por medio de la educación y la enseñanza de consejos universales, como los que contiene “la Biblia”. La familia de Felipe y Celina es lo que hace, aprender, recordar, mantener y poner en práctica estos consejos, recordemos, ellos son muy pobres, pero no tanto como para dejar de sonreír y ser felices. Hay lugares donde la pobreza no puede entrar por más que se esfuerce, que es la zona de los motivos para ser felices. Felipe por ejemplo sabe que los vicios empobrecen al rico y al pobre lo hacen aún todavía más pobre, por ellos se mantiene alejado del alcohol, el cigarro y las drogas.
Y todavía más, ellos son sociables y son conocidos en su comunidad por sus esfuerzos, ellos no son egoístas, sino que comparten todo lo que han aprendido con sus vecinos, amigos y familiares. También saben que ahora hay escuelas para padres, donde pueden llegar a ser responsables y en sí, más felices.
Celina recuerda un detalle muy importante, ella dice:
.- Cuando llegamos hace dos meses al registro Civil, la secretaria se sorprendió del nombre que queríamos para nuestra hija y nos preguntó la razón. Cuando se lo explicamos, ella lo entendió muy bien, pero mi esposo agregó que de última hora habíamos decidido ponerle un nombre diferente a la niña, ahora no se llamaría “Pobre”, sino que se llamaría “ Paz”, porque ese nombre, nos recordaría ahora otra promesa que haríamos: Nos esforzaríamos por buscar la amistad de Dios y mantener la paz con él, con nosotros mismos y las personas que nos rodean, la vida se compone de metas y la siguiente estaba planteada, desde entonces Paz, ha crecido y se ha convertido en una hermosa jovencita, que día a día nos recuerda, que la única pobreza que existe es la de no tener ni sentir amor,¡ Esa sí es una verdadera razón para ser pobre!

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